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Foto del escritorDaniel Oropeza

La educación en línea: Un paraíso de desigualdad social

Actualizado: 25 nov 2022

Con la crisis sanitaria mundial por el COVID-19 y las medidas de cuarentena obligatoria tomadas por los gobiernos del mundo, —escenario para el cual los sistemas educativos no estaban preparados—, se ha puesto en la mesa de discusión la desigualdad y la mercantilización en la educación. La virtualidad, lejos de ser una herramienta de aprendizaje efectiva, puede llegar a ser un obstáculo y profundizar brechas de desigualdad en el acceso al conocimiento.


Los que nos dedicamos a la docencia, sabemos que la pobreza, el hambre, la segregación, los recortes en cultura y educación, la desigualdad social y tecnológica, afectan de manera dramática al aprendizaje de los estudiantes. Los entendidos solo hablan de centrar la educación en el alumno, pero ¿qué se ha hecho ante la pandemia? Lo contrario: situar en el centro el uso de plataformas al que no todos los alumnos tienen acceso. La finalidad de la educación escolar es democratizar el acceso al conocimiento de todos los estudiantes. Cuando estamos en una pandemia mundial e imponen un tipo de formación a la que muchos no pueden acceder por falta de medios y apoyo, la prioridad de la escuela debe cambiar. 





La formación en línea exige que los estudiantes no solamente dispongan de una herramienta tecnológica y acceso a internet, sino también autonomía, competencia digital, una base solida de conocimientos, etc. Aunque demos acceso a internet y portátiles a todos los alumnos, las desigualdades aumentarán porque tienen que ver con el capital cultural de las familias. Sé de alumnos que viven en apartamentos compartidos con muchísima gente, alumnos de padres con adicciones, alumnado que en su casa solo oye gritos, casos de pobreza, casos de abusos. Para mucha gente estar 24 horas en casa no es nuestra arcadia feliz, es el infierno. Con o sin ordenador. El problema no es el acceso a internet o la potencia del ordenador. La cuestión fundamental es tener un entorno favorecedor del estudio.  Ante eso, la escuela es, no la solución, pero sí una ventana al mundo, o a un mundo menos hostil.


Siempre que hablo de educación, término insistiendo en cuatro cosas importantes. Lo primero es que lo que hoy en día se difunde como nuevas metodologías en realidad no son nuevas y, desde luego, no son metodologías sino métodos o, incluso en ocasiones, recursos. Lo segundo, los problemas de la educación son complejísimos, las soluciones también y dependen de todo el tejido social. Tercero, aprender requiere esfuerzo y esfuerzo no debe ser sinónimo de sufrimiento. Y cuarto, los estudiantes no aprenden cada vez menos. Cada vez existe más contenido y de más profundidad cognitiva.


Hay un porcentaje de alumnos brutalmente maltratados por esta crisis. Muchos de ellos no encuentran sentido a la educación en línea, carecen de herramientas tecnológicas básicas, de apoyo familiar y de un entorno favorable que permita el aprendizaje. Las herramientas, por sí mismas, no reducen la desigualdad. La educación en línea no es para todos y solo remarca que no todos tienen los medios para recibir una formación favorable y de calidad. Los estudiantes ya han acabado el año escolar y no debido a la pandemia. Esto es una realidad a la que hay que hacerle frente.

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