Separado del mundo
no tengo a nadie que me importune
y estoy obligado a ser original
Franz Joseph Haydn (1732-1809)
El escenario: Esterháza, en Hungria. El primero de mayo de 1761 Franz Joseph Haydn (1732-1809) suscribe contrato como segundo maestro de capilla del palacio de Einsenstadt con el príncipe húngaro Pal Anton Esterházy (1711-1762), un palacio situado en el lado austriaco de la frontera austro-húngara. Este contrato, que no solamente incluía estabilidad, dinero, vivienda, alimentación y estatus social, le proporcionaría a Haydn un vínculo cortesano con el imperio y una orquesta de 15 músicos a disposición completa. Dicho vínculo va a durar más de treinta años al servicio de los príncipes de Esterházy.
Esterházy fue la familia más rica de Hungría y de toda Europa oriental durante el siglo XVIII y una de las más cercanas a la Corona imperial austríaca. Al morir el príncipe Anton, la vida de Haydn se ve ligada a la figura del nuevo príncipe de nombre Nicolaus Esterházy "el Magnifico" (1762-1790), quien dirigió la renovación de un antiguo pabellón de caza en Süttör, Hungria occidental, en una especie de Versalles miniatura llamado Eszterháza. El príncipe Nicolaus fue un gran amante de la música y un protector entusiasta del compositor, a quien servirá hasta su muerte en septiembre de 1790. Nicolaus fue sucedido en su título por Anton (hijo), quien disolvió la orquesta y dejó sin funciones a Haydn.
Lo interesante de la estancia de Haydn en este lugar es todo el desarrollo musical que consigue y que se considera a la par con lo que los músicos italianos venían también desarrollando. A pesar de la poca movilidad y del aislamiento, dada su condición de ancien regime, es decir, de ser un sirviente más de la familia, el compositor lo tenia todo y en ese sentido, tenia la obligación de ser original. Las obligaciones en la corte, que no solamente incluían la dirección musical de los efectivos vocales e instrumentales sino también el de proveer de nuevas obras al coro, a la orquesta y a la compañía de ópera, así como constante música de cámara a las diferentes formaciones instrumentales en desarrollo como el Trío con piano y los cuartetos de cuerda, le permitieron a Haydn explorar e incorporar diversos componentes a la orquesta de la corte específicamente, y esto va ser un elemento importante, lo relacionado con el equilibrio de las cuerdas con los vientos. Para aquel momento, Haydn escribía:
el principe siempre estaba satisfecho de mi trabajo. No solamente me alentaba con su constante aprobación, sino que además, como director de orquesta, pude realizar experimentos, observar qué recursos reforzaban el efecto..., y me encontraba así en condiciones de poder mejorar, agregar u omitir detalles que fueran de mi gusto. Aislado del mundo, sin que nadie me importunase o molestara, me veía poco menos que compelido a desarrollar mi originalidad.
Esa relación tan estrecha con la familia Eszterháza y específicamente con el príncipe Nicolaus es lo que permite que Haydn consiga construir esa originalidad a la que se siente obligado. Originalidad que se ve protegida, al mismo tiempo que potenciada, por las libertades que la familia real le otorga. Ese desarrollo creciente, de más de 30 años, lo evidenciamos en su música sinfónica y de concierto, en sus cuartetos de cuerda e incluso en su música vocal, y no tanto en sus divertimentos y en su música para baryton, que escribía a petición del príncipe. La publicación constante de sus obras y sus experimentos con la orquesta sinfónica son el instrumento que permitirá que su música sea escuchada por toda la corte imperial y la burguesía europea. Es fundamental este hecho porque le permite a Haydn cierto rango y honor social.
Haydn murió como quizá todos los compositores quisieran morir: con una buena cantidad de buenas obras y con la admiración y el respeto del mundo musical de su tiempo, que sin lugar a dudas ha estado diluida por los talentos de sus contemporáneos Mozart y después Beethoven. A Haydn le debemos mucho en el ámbito de la forma musical de sonata y de la forma de concierto pero no hemos sido capaces de advertirlo. Sus 68 cuartetos y sus 104 sinfonías parecen no ser suficientes para la sociedad musical actual. De cualquier modo, no podemos entender a Haydn sin entender sus propias palabras: "El libre arte y la hermosa ciencia de la composición no soportan las cadenas. La inteligencia y el alma deben tener su libertad".
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Shoenberg, H. (2007). Los grandes compositores. Barcelona: Editorial Ma Non Troppo.
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