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  • Foto del escritorDaniel Oropeza

La crisis del Captorix

Actualizado: 3 sept 2019

Hablemos de la última novela del escritor francés Michel Houellebecq: Serotonina. Publicada al español por Anagrama a inicios de este año y que tuve la suerte de encontrar en una librería acá en la Ciudad de Panamá. Una situación por demás curiosa considerando que a Panamá no llega el mínimo de literatura. A pesar de ello, encontré la novela en un lugar recóndito de la librería. Me dió la impresión de ser el último ejemplar en aquel lugar y alguien lo dejó allí con la intención de resguardarlo y venir por él en otro momento.





Las novelas de Houellebecq suelen ser descritas como estimulantes, repulsivas, decadentes, contradictorias, nihilistas o simplemente provocadoras. Descripciones un tanto reduccionistas de un escritor que intenta traducir la decadencia de la sociedad occidental contemporánea. Houellebecq describe con lucidez esta crisis de dos caras: la crisis del hombre occidental versus la crisis de la sociedad occidental, y viceversa. La Francia, que había sido el faro del mundo, se hunde, y sus dirigentes sólo se esfuerzan por tener un Mercedes más rápido y tener sexo cada vez más salvaje. Houellebecq no lo critica, sólo lo describe sin adjetivación. Occidente ha enloquecido y se autodestruye para poder tener productos agrícolas o industriales unos céntimos más baratos en las pilas de los grandes mercados. El consumo manda y el pueblo obedece. En ningún caso es un libro haciendo apología comunista, ni mucho menos, más bien es un chiste triste y sarcástico sobre la sociedad del consumo.





Esta crisis que se experimenta en la novela, es la crisis del captorix. Es la crisis que también Byung Chul-Han explica como la crisis neuronal en su libro La sociedad del cansancio (2010). Si el siglo XX fue una época bacterial como explica Han, el siglo XXI, desde una perspectiva patológica, no sería ni bacteriana ni viral, sino neuronal. Habla por supuesto de enfermedades neuronales como la depresión, los trastornos por deficit de atención, los trastornos de personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional, por mencionar algunas. La amenaza no es lo otro sino el yo, la enfermedad no proviene de aquello que nos niega y está fuera sino de la propia positividad del sujeto.


En Serotonina, el protagonista es un personaje desencantado, Florent-Calude Labrouse, que rechaza su propio nombre y toma captorix, un antidepresivo inventado con efectos secundarios indeseables: náuseas, desaparición de la libido e impotencia. Este psicofármaco es descrito como "un comprimido pequeño, blanco, ovalado, divisible". El captorix forma parte de los rituales diarios de Labrouse que se despierta todas las mañanas habiendo dejado preparada la cafetera el día anterior y que enciende un cigarrillo inmediatamente después de haber tomado el primer sorbo de café, para luego tomar un comprimido de captorix “con un cuarto de vaso de agua mineral, normalmente Volvic.”


Este ritual, en apariencia trivial, constituye una alegoría, quizá premeditada, de la sociedad del cansancio, y que analiza Han lucidamente. El individuo autoexplotado, autoregulado del siglo XXI por la sociedad del rendimiento es en primer lugar un sujeto que se debe de autoengañar. Este autoengaño es una regresión hacía la supervivencia animal. Llenamos los momentos de ocio en tareas y rutinas para permanecer constantemente en la potencia del HACER, sin sentirnos culpables por ello, lo que constituye el retrato vehemente de una sociedad caóticamente enferma y depresiva que se automutila con excesos de positividad autoregulada.


“La sociedad del rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje”

El uso de fármacos inteligentes, que posibiliten el funcionamiento sin demasiadas alteraciones y maximicen el rendimiento, es una tendencia bien argumentada incluso por científicos que ven hasta irresponsable el no hacer uso de tales sustancias. El ser humano en su conjunto, no solo el cuerpo, es una “máquina de rendimiento”. En el caso de Labrouse, el captorix es la solución perfecta para todos sus desmanes. No la cuestiona, no se resiste. Entiende que la felicidad por si sola, es imposible en un mundo que se derrumba y se cae a pedazos, que se maneja en los peores valores y que, inevitablemente, nos hace desgraciados. Nada puede frenar el camino de la autoaniquilación. Tampoco la felicidad en pastillas, que más pronto que tarde muestra sus efectos adversos, sus peores consecuencias laterales.


 

Houellebecq, M. (2019). Serotonina. Barcelona: Editorial Anagrama.


Chul-Han, B. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder Editorial.


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