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Foto del escritorDaniel Oropeza

Lecturas en tiempos de reclusión: La melomanía de George Steiner

Actualizado: 25 nov 2022


Descubrí a Steiner (1926-2020) el año que culminaba mis estudios de pregrado con Lenguaje y silencio. Hasta ese momento, desconocía por completo su vasta obra literaria y académica. A pesar de aquella ignorancia atrevida, la lectura me sedujo inesperadamente. En ese punto, ya no podía parar. Mi curiosidad por conocer el trabajo de este señor era casi enfermizo. Lo que terminó pasando fue que me hice con todos los libros que pude conseguir, incluyendo esa maravillosa entrevista: Un largo sábado. Conversaciones con Laure Adler, editado por Siruela en 2016. Si ya mi obsesión por Steiner era enfermiza, con un largo sábado la enfermedad se hizo patológica. 


Steiner ha profundizado en la música como pocos intelectuales y humanistas lo han hecho. De hecho, en casi todos sus libros y muy especialmente en Necesidad de música, se reflexiona sobre varios aspecto de la música muy interesantes. El propio Steiner lo ha manifestado en muchas ocasiones: Si existiera un lenguaje para la divinidad, estaría formado por tres disciplinas: la poesía, la música y las matemáticas. Steiner ha otorgado a la música una relevancia superior, casi mística; incluso, muy por encima de la literatura: (...) la música es, mucho más que la literatura, la gran esperanza de una trascendentalidad posible. Por eso es tan importante que a nuestros niños se les brinde acceso a la buena música tan temprano como sea posible. 



No es casualidad que Steiner siempre hablara de su incapacidad para cantar o tocar un instrumento. Sabemos que nació con una discapacidad que le impidió dedicarse a tocar el piano. Pero la música siempre consiguió sacarlo de sí mismo, o más exactamente, de ofrecerle una compañía mejor que la propia. Para Steiner, no hay un solo ser humano en el planeta que no tenga una relación con la música. La música, en forma de canto o de ejecución instrumental, es casi siempre universal, confesó para una entrevista. Es el lenguaje fundamental para comunicar sentimientos y significados: La mayor parte de la humanidad no lee libros. Pero canta y danza.


Sobre ese comunicar significados de la música, Steiner hizo profundas reflexiones que vale la pena rescatar:


La música ha tenido siempre su propia sintaxis, su propio vocabulario y sus propios medios simbólicos. Más aún: junto con las matemáticas es el principal lenguaje de la inteligencia en que la inteligencia está en condiciones de sentir no verbalmente. Pero incluso dentro de la música ha habido un movimiento perceptible para alejarse del dominio de la palabra.
Una sonata o una sinfonía clásica no son en modo alguno enunciados verbales. Excepto en casos muy simplificados no hay un equivalente unilateral entre el evento tonal y determinados significados o emociones verbales. Sin embargo, en las formas clásicas de la organización musical hay cierta gramática o articulación temporal que tiene analogías con el proceso del lenguaje. El lenguaje no puede traducir a sus términos la estructura binaria de una sonata, pero el despliegue de temas sucesivos, las variaciones y la recapitulación final transmiten un ordenamiento de la experiencia para el cual hay paralelismos válidos en el lenguaje. 

La música permite una relación más estrecha con la emoción que la literatura, particularmente la literatura difícil. Sabemos que podemos dar cuenta lingüisticamente del contenido de una obra porque las palabras que utilizamos a diario suscitan un equivalente gráfico. En el caso de la música, ella puede o no prescindir de ese contenido lingüístico. Eso de que el lenguaje verbal es fijo, estático, no es cierto. Las palabras transmutan, se reconfiguran, se desplazan constantemente. Algunas se disuelven, desaparecen. También sabemos que la música es incapaz de mentir porque precisamente al escuchar una ópera de Mozart estamos ante un evento que cruza por todos los cauces de la verdad. En oposición a esto está la experiencia de las voces de los hombres públicos, del vocabulario de los sueños, del entretejido de mentiras o de incomprensiones que comportan el lenguaje verbal. La música tendría una condición ontológica y estética que no encontramos en otra expresión, pues ella “es capaz de infundir sentimiento, de desatar accesos de crueldad” pero ante todo no nos miente. 


A medida que se acerca el final de mi vida, trabajo más y más en los siguientes problemas: «¿Por qué la música no puede mentir?» y «¿Por qué las matemáticas no pueden mentir?». Pueden equivocarse, que duda cabe. Pero es algo distinto. La música puede presentar un personaje que miente, un Yago en Verdi, por ejemplo. No creo que la música sea capaz de mentir. Y eso le da, a mi modo de ver, un peso realmente importante si se la compara con la palabra. Es muy interesante. El lenguaje lo permite todo. Es algo espantoso en lo que no solemos reparar: se puede decir de todo, nada nos ahoga, nada corta nuestra respiración cuando decimos algo monstruoso. El lenguaje es infinitamente servil y no tiene —a eso se debe el misterio— límites éticos.

Steiner fue siempre un auténtico melómano y así lo manifiesta en esas fantásticas conversaciones con Laure Adler. Sabemos que vivió toda su vida rodeado de discos de los más grandes compositores: Bach, Mozart, Beethoven y toda la música a partir de Schoenberg. Su optimismo por el futuro de la música cautiva hasta al más incrédulo de los compositores. Nunca pudo vivir sin música ni filosofía, y en su obra Poesía del pensamiento desarrolló la idea de la unión consustancial entre música y pensamiento.


Con la música, incluso con la más reciente, soy capaz de sentir mucho placer. Soy muy optimista en cuanto a la música; la necesito físicamente, todos los días. Un día sin música es un día triste.


Ese optimismo por el futuro lo deja plasmado Steiner es una obra literaria y académica de altísimo valor, muy especialmente su pasión por la música. Nada podrá reemplazar ese privilegio. Los que leemos sus libros sabemos lo incomparable de esa suerte. El mundo, ahora cómo lo vivimos: en reclusión y en presencia, quizá, de una de las crisis económicas más abismales de la última década, no alcanzará a reparar la deuda acumulada tras años de insistir en dejar que sus escritores, artistas e intelectuales mueran sin el reconocimiento que se merecen en vida. Ante esa realidad, hay que insistir en la idea de que el arte, la literatura y las humanidades siguen siendo una necesidad importantísima,  y de que, a pesar de las amenazas y los muros que se construyen, no debemos abandonarla.


 

Steiner, G. ( 2013). Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano. Barcelona: Editorial Gedisa.


Steiner, G. ( 2016). Un largo sábado. Conversaciones con Laure Adler. Madrid: Siruela.


Steiner, G. ( 2018). Necesidad de música. México: Editorial Grano de Sal.


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