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¿Por qué el arte quiere estar vivo en vez de estar muerto?

Foto del escritor: Daniel OropezaDaniel Oropeza

Actualizado: 25 feb 2022

Existen algunos libros que tienen la virtud de conducirnos por caminos muy luminosos, complejos, de reflexiones intrincadas, paradójicos. Ese es el caso de Sobre lo nuevo, un ensayo de Boris Groys. Un libro dónde se reflexiona sobre cómo desvelar el mecanismo que rige la creación del valor cultural. Groys parte para ello de una constatación innegable: todo artista o teórico está forzado a crear productos culturales nuevos, entendiendo que "La producción de lo nuevo es la única exigencia a la que todo el mundo debe someterse para encontrar en la cultura el reconocimiento al que aspira".





Pero ¿En qué consiste lo nuevo? ¿Por qué el arte quiere estar vivo en vez de estar muerto? ¿Quién y qué es lo suficientemente nuevo como para representar a nuestro propio tiempo? ¿Qué importancia tiene el museo en la producción del arte nuevo? Groys nos explica:


La fórmula más general de arte moderno no es "Ahora soy libre para hacer algo nuevo", sino que más bien ya no es posible hacer algo antiguo. Tal y como dice Malevich, pintar el culo gordo de Venus se ha convertido en algo imposible, pero únicamente porque hay museos.

Sólo en los museos podremos encontrar el arte nuevo, entendiendo que el museo es representación histórica que reconoce el arte como aquello real, presente y vivo. Esta es una idea que Groys va a defender hasta el ultimo párrafo con mucha insistencia. Porque precisamente, si el arte del pasado no se colecciona y no se protege, desaparece todo astibo de cultura y por consiguiente, el de toda civilización. Bajo esa premisa, emerge la necesidad de sustituir lo nuevo antiguo por lo nuevo nuevo, para restaurar el sentimiento romántico de lo real infinito. 


El museo es, a este respecto, no tanto el espacio para la representación de la historia del arte como una máquina para producir y representar el nuevo arte de hoy –en otras palabras, producir "hoy" como tal. En este sentido, el museo produce, por primera vez, el efecto de la presencia, de parecer vivo. La vida parece realmente viva sólo si la miramos desde la perspectiva del museo porque, tal y como he dicho, sólo en el museo somos capaces de producir nuevas diferencias –diferencias más allá de las diferencias– diferencias que emergen aquí y ahora. Esta posibilidad de producir nuevas diferencias no existe en la realidad misma, porque en la realidad sólo conocemos las diferencias antiguas, las diferencias que reconocemos. Para producir nuevas diferencias necesitamos el espacio de la "no-realidad" culturalmente reconocida y codificada. La diferencia entre la vida y la muerte es, de hecho, del mismo tipo que la que hay entre Dios y el ser humano ordinario o entre la obra de arte y la cosa simple –es una diferencia más allá de la diferencia, que sólo puede ser experimentada, como he dicho, en el museo o en el archivo como un espacio socialmente reconocido de lo "no real". De nuevo, la vida actualmente parece viva sólo si la vemos desde la perspectiva del archivo histórico, museo o biblioteca.

En palabras del mismo Groys, el arte engendra su propia tradición: La reactualización de un aconteci­miento de arte como anticipación y realización de un nuevo comienzo, de un futuro en el que el orden que define nues­tro presente perderá su poder y eventualmente desaparecerá. Y ese efecto de infinidad puede producirse o, mejor, representarse sólo dentro del museo: en el contexto de la realidad en sí podemos experimentar lo real sólo como finito porque nosotros mismos somos finitos. En ese sentido, la reflexión es muy clara: si no tienes colecciones de arte contemporáneo no sabes en realidad en que tiempo vives. 


Raúl Rodriguez, en un interesante ensayo sobre la producción y el consumo cultural,   manifiesta que Boris ha estudiado en un libro lúcido y arriesgado el papel del arte nuevo en el panorama cultural actual de la sociedad occidental. En los actuales tiempos posmodernos se asume que el advenimiento de lo nuevo, la búsqueda pugnaz de la novedad, es algo superado: los tiempos ya no van a deparar lo nuevo, sino una indeterminable variación de lo ya existente. Groys apela a que esa posmodernidad que niega alegremente lo nuevo es una novedad también, y que si todo lo que es va a seguir siendo sin novedad, la misma aspiración individual a lo nuevo, la orientación social hacia lo nuevo y la producción de lo nuevo van a mantenerse. En pocas palabras, seguirá viva aunque parezca que muere. 


 

Groys, B. (2005 ). Sobre lo nuevo. España, Valencia: Editorial Pre-Textos.


Rodriguez, R. (2010). La musa venal. Producción y consumo de la cultura industrial. España: Tres Fronteras Ediciones.

 
 
 

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